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Eugenia Sevillano



Mi nombre es Eugenia Sevillano, tengo 20 años, y aún recuerdo aquellos hermosos sábados de 2011 y 2012, en los que realicé mi Confirmación en el Seminario de San Rafael “Santa María, Madre de Dios”.

Yendo un poco más atrás de mi historia, realicé mi Comunión en otra Iglesia y comencé mi Confirmación en la misma; pero cierto día, viví una situación bastante desagradable, la cual me hizo dejar de creer en la Iglesia Católica y, en consecuencia, dejar de hacer la Confirmación en ese lugar. Sin embargo, meses más tarde, me recomendaron asistir a mencionado Seminario; al principio no quería, pero luego acepté. Fue así que, al año siguiente, comencé a realizar mi Confirmación, nuevamente. ¿Saben una cosa? ¡Fue la mejor experiencia que pude haber tenido! Eran sábados mágicos, llenos de juegos, alegría, aprendizajes, amor, amistad y cariño. Conocí personas maravillosas; entre ellas, un grupo de sacerdotes, seminaristas, formadores y estudiantes, quienes me brindaron su cariño y amistad, quienes tuvieron el poder de hacerme creer, de nuevo, en la Iglesia Católica, y no sólo me prepararon para recibir dicho sacramento, sino que me enseñaron innumerables valores.

Por mi mala experiencia, anteriormente mencionada, no entendía el verdadero sentido a las misas y/o confesiones; aún así, en el Seminario, pude comprenderlo, ya que no eran “castigos”, como nos lo hacían entender en la Iglesia donde realicé mi Comunión, sino momentos de disfrute, colmados de comprensión y arrepentimiento.

Cuando me enteré que iban a cerrar el Seminario me sentí muy triste, debido a que me gustaría que, otros niños, tengan la oportunidad de encontrar en este mundo, sin valores, un lugar donde poder resguardarse y hallar apoyo, cariño, comprensión, amistad… resumiendo, un lugar “mágico”, como lo es el Seminario de San Rafael “Santa María, Madre de Dios”.


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