Testimonio personal y familiar
Mi nombre es Pedro Jorge Jiménez Ramírez, cubano, casado, de Sancti Spíritus. Pertenezco a la parroquia de la Caridad, la cual durante algunos años y hasta la fecha ha sido asistida por sacerdotes argentinos cuya formación pastoral proviene del Seminario de San Rafael.
Aunque no conozco la historia de dicho seminario por nuestra distancia geográfica, si puedo dar fe de la labor pastoral de sacerdotes como Osvaldo Cerroni, Eduardo González y Mauricio Guidiño. Todos ellos provienen del mismo y siempre manifestaron su orgullo y satisfacción por haberse formado dentro de sus claustros.
Dada la escasez de sacerdotes antes de su llegada, era muy difícil poderse acercar al sacramento de la confesión y mucho más difícil aun contar con la presencia de algún sacerdote para acompañar, visitar o animar a cualquier enfermo ya fuera en su casa o en los hospitales. No importaba la hora o la profesión de fe de la persona que los solicitara, para que acudieran con diligencia a administrar la unción de los enfermos, trayendo consigo paz y serenidad.
La catequesis infantil y hasta un coro se colmó nuevamente de niños, el rezo del rosario casi olvidado se hizo una práctica habitual y necesaria.
En la vida de mi familia supieron acompañarnos con su presencia en la orientación y crianza de dos hijos adolescentes, ofrecernos consejos de pareja y apoyarnos en el cuidado de abuelos que reclamaban su afecto. No pocas veces bendijeron nuestras mesas en las que siempre fueron invitados de honor, compartiendo nuestras alegrías o tristezas.
Damos gracias a Dios por haber tenido entre nosotros a estos hombres de fe, que sin dudas son del tipo de sacerdotes que toda comunidad añora tener.
Hacemos votos para que el Seminario de San Rafael, bajo la presencia del Espíritu Santo continúe formando seminaristas y aumentando las vocaciones para contar con sacerdotes santos en el mañana.
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