Quiero compartir mi testimonio. En el año 1982 ingresé a un grupo formado en la Catedral. Conocí a Mons. León Kruk, con su humildad, el amor a la Iglesia. Vi cómo cuidaba su rebaño, realmente un PADRE. Nos pidió que rezáramos por el seminario y futuras vocaciones. Por esta razón, comenzamos todos los viernes el Santo Rosario en la capilla del Colegio del Carmen, agradecidos con las hermanas que nos prestaban la capilla para este fin. Pero también se necesitaba mano de obra, había grupos de laicos mayores que se dedicaban a esto; nosotros jóvenes entre 18 y 20 años, nos propusimos ir a limpiar el predio, sacar yuyos, todos en bicicleta hasta el seminario. Organizamos la misa de inauguración con nuestro humilde coro.
Desde ahí tuvimos la gracia en nuestro grupo de formarnos con grandes sacerdotes. Personalmente les debo mi formación, el amor a la Iglesia, que les he transmitido a mis hijos. Ruego a Nuestra Madre que ilumine a las autoridades. Norma Ríos
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