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Con profundo dolor hemos recibido la noticia del cierre del Seminario Santa María Madre de Dios. No se puede entender como se niega a los fieles laicos la posibilidad de recibir tanto bien a través de sacerdotes formados y ordenados en él. A lo largo de estos treinta y seis años hemos gozado como familia de un acompañamiento constante y fiel a la doctrina.
Desde lo personal siempre se nos ha asistido con una clara observancia a la valiosa tradición de nuestra iglesia, dándonos la posibilidad de acompañar a muchos matrimonios jóvenes en el camino de la práctica de la tan poco apreciada hoy, virtud de la castidad conyugal. Mientras ha crecido entre tantos "católicos" la práctica matrimonial de la anticoncepción, enemiga de Dios y de la vida, estos sacerdotes bien formados han sido nuestro apoyo y fortaleza a lo largo de este camino tan difícil de vivir en una sociedad donde el hedonismo y la mala formación de las conciencias abunda.
En toda circunstancia ha primado de parte de todos ellos la Caridad pero también la realidad de que en el orden de la Moral matrimonial Dios busca que los esposos se conviertan en camino de santidad el uno para el otro. Estas realidades nos han llevado como matrimonio formador a encontrarnos con muchos laicos y religiosos que no predicaban la verdadera doctrina, impidiendo a tantos buenos esposos alcanzar una mayor plenitud en su amor conyugal.
Desde la formación en la planificación natural de la familia tuvimos la gracia de contar con sacerdotes formados en ese seminario que nos instruyeron en la gracia de respetar el orden dado por la Santa Iglesia con relación al uso de una sexualidad integral que reconoce al inicio de la vida naciente desde el mismo momento de la concepción.
Hoy más que nunca necesitamos de sacerdotes de una sólida formación en principios basada en las enseñanzas que solo y siempre la única verdadera iglesia ha sostenido.
No nos nieguen la posibilidad de contar con un seminario que funciona para la iglesia y para los laicos y que no es de ninguna persona en particular. Permitan que siga la formación de santos sacerdotes, la mies es mucha y los pastores son pocos.
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