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Soy Melisa Gabriela Boustani. Tengo 34 años. Vivo en General Alvear, Mendoza. A los 8 años, mis papás me mandaron a catecismo a la Parroquia Nuestra señora de Fátima. Ellos no eran muy practicantes, alguna vez íbamos a Misa pero no siempre. En segundo de comunión nos dio clases un seminarista. Se llamaba Ezequiel, desconozco si se ordenó o no, pero supo transmitir su formación y amor a Cristo. Además nos invitaba a los grupos y nos incentivaba a la amistad en Cristo con los demás niños. Otro seminarista que conocí más o menos en la misma época, fue el padre Ramón Saso, quien atraía a varios niños y jóvenes a asistir a los grupos. Años más tarde recibí de parte de él el sacramento del matrimonio. En Fátima, también conocí al padre Guillermo Lemos que de sus manos recibí el primer libro espiritual. Y allí comencé mi lectura autodidacta. Yo era vecina de los papás del padre Jorge Herrera, en esos momentos era seminarista y ellos me regalaron sus libros de cuando era joven. Cada vez estaba más "metida" en la iglesia, cosa que llamó la atención de mis papás y así ellos también se fueron acercando.
En el año 1995 había llegado una gran bendición para nuestra parroquia, el padre Luis Costaguta. Sin embargo, yo lo conocí más en el año 1996, con quien me empecé a dirigir cuando tenía sólo 10 años. Él me guió en toda mi adolescencia y en el grupo Socut Nuestra Señora de Fátima. Cuando cumplí 17 años debía decidir qué estudiar. Desde los 14 quería ser psicóloga y él me dio herramientas para ser criteriosa a la hora de estudiar en una universidad nacional. Así me recibí, amo mi profesión y continúo mi formación profesional intentando tener buenos criterios por gracia del espíritu santo y a la libertad de conciencia que me ayudó a tener el padre Luis.
En el año 2014 ocurrió lo peor que le puede pasar a un padre. Falleció nuestra hija María Luz. Estuvo en terapia intensiva en el hospital español del sur mendocino por 26 días. El padre Miguel López le administró el sacramento de la confirmación que no sabíamos que se podía hacer. Si bien estaba en agonía fue un día de bendiciones. Al otro día regresamos a Alvear al sepelio y para sorpresa nuestra habían 3 sacerdotes en el cementerio para hacer el responso. El padre Sebastián Ovejero (quien bautizó a mis otros dos hijos y de uno es padrino), Horacio Valdivia y el Padre Jorge Herrera. El acompañamiento que sentimos en ese momento nos ayudó a elaborar un sano duelo.
Perdón lo extensa pero estoy muy agradecida, con lágrimas en los ojos por la formación de estos sacerdotes que saben transmitir con fe y caridad. No lo cierren por favor, han dado muchas gracias a muchos fieles y a muchas conversiones. Por favor no lo cierren!!! Agradecida toda la vida...
Melisa Gabriela Boustani
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