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Mateo Villatoro


Soy Mateo Villatoro, tengo 15 años y vivo en General Alvear. Hace 6 años estoy en el grupo de monaguillos de la parroquia Sagrado Corazón de Alvear.

Estar en ese grupo me hizo vivir varios momentos, campamentos, viajes películas y TORNEOS DE MONAGUILLOS los que se organizaban en el SEMINARIO DE SAN RAFAEL.

En el seminario tenía amigos a los que veía solo ese día, amigos sacerdotes, seminaristas que conocía hace años con los que charlaba sobre sus estudios, anécdotas pasadas, nos reíamos juntos y recordábamos amigos. También pasábamos lindos momentos entre nosotros cuando almorzábamos todos juntos compartiendo lo que cada uno llevaba y siempre nos poníamos en el mismo lugar: los troncos que estaban al lado de la cruz de madera que siempre estaba llena de flores y plantas, el tiempo cuando nos tocaba competir en la parte litúrgica del torneo que nos poníamos todos nerviosos y nos poníamos a estudiar como si no supiéramos nada. También recuerdo cuando en el torneo me nombraron el "Mejor Monaguillo" que es un premio al monaguillo que más conoce sobre las vestimentas, colores litúrgicos, manejo del turíbulo, manejo de la credencia, simbolismos de las vestimentas y vasos sagrados y conocimiento de los misterios del rosario. Pero no sólo me conecté con el seminario por los torneos; cada año (no sé si lo mandaban desde San Rafael o qué) había un seminarista que ayudaba al padre con la dirección y organización del grupo que por ellos yo aprendí muchas cosas, no solo de monaguillos sino también de la vida.

Y cómo olvidar los largos, cansadores, y espectaculares partidos de fútbol donde ellos demostraban como jugaban y también nos enseñaban, los GOLES que gritábamos todos juntos, las jugadas fallidas, las grandes victorias y las enormes derrotas, cuando nos reíamos cuando usaban la SOTANA para llevar la pelota o cuando no podíamos METERLE UN CAÑO por la sotana y nos la quitaban.

Los campamentos en donde nos acompañaban y nos cocinaban, nos hacían juegos, nos contaban historias cuando nos hacían correr para encontrar a un tipo con un silbato, cuando nos revolcábamos en el piso para que no nos vean en el “captura la bandera” o cuando íbamos en la trafic y se ponían a cantar con un librito que tenía como 70 canciones pero ellos siempre cantaban las mismas 10 y que de 7 solo sabían la primera estrofa y el estribillo.

Lamentablemente este año no pudimos vivir esas aventuras y me gustaría que el año que viene pudiera ver a esos sacerdotes, mentores, maestros y AMIGOS. Mateo Villatoro


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