Mi nombre es María Lis Martínez, tengo 31 años, soy de Malargüe y soy una de las tantas personas agradecidas por los sacerdotes formados en el Seminario Sta. María Madre de Dios.
Tengo muchos recuerdos y ejemplos, que demuestran mi gran gratitud.
Para mi vida han sido fundamentales las enseñanzas, el acompañamiento y la guía espiritual recibida por ellos. Debo reconocer la maternal gracia de la Virgen que nunca me soltó la mano, pero ella no podría haber obrado tantas veces como lo hizo, sin contar de los sacerdotes de esta Diócesis como instrumento. Inclusive, mientras realice mi estudio universitario en Mendoza, seguí acompañada por los sacerdotes de aquí.
En muchos momentos de confusiones o decisiones que he tenido que tomar, me han sido de luz, y cuando no he perseverado por el camino recto, sus palabras me han sido un nuevo inicio. Ellos me han animado a querer vivir para ganar el cielo y a querer vencer la tibieza del alma, para defender la fe y la vida cristiana en el mundo.
El Santo Cura de Ars, manifestaba que no se puede pensar en uno solo de los beneficios de Dios, sin ver justo a su lado, la imagen de un sacerdote. Por eso ruego a la Santísima Virgen y a San José por nuestros Sacerdotes y las vocaciones que actualmente su formación queda suspendida, para que la prueba los fortalezca en la fe y los aumente en Santidad.
Solo Dios conoce los propósitos.
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