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Leo "cierre del Seminario Santa María Madre de Dios", y se me hace un nudo en la garganta ... Se lo comunico a mi hermano porque fuimos testigos del ejemplo y la entrega de algunos sacerdotes que sembraron la semilla de la fe, junto a nuestros padres, y la hicieron crecer.
Mucho le debo a los sacerdotes formados en el Seminario Santa María Madre de Dios. De ellos recibimos los sacramentos, mis hijos y yo, y un sin fin de gracias a través de sus manos...
Particularmente recuerdo la entrega y el acompañamiento espiritual y emocional a mi familia del padre Luis Ricardo Costaguta. Quien fue el sostén espiritual de mi familia, en una difícil situación.
Posteriormente, viene a mi memoria la etapa de la juventud y el grupo de San José (Pbro. Guillermo Lemos) ¡Cuánto nos contuvo! ¡Cuánto nos acompañó! Para transitar sanamente y crecer en el amor a Cristo.
También, muchos sacerdotes que dispusieron de su tiempo para acompañarnos en el grupo universitario de formación Santo Tomás Moro, del cual formé parte y en donde conocí a mi esposo. Entre ellos el padre Juan Pablo Sancho, Ramiro Sáenz , Horacio Valdivia, entre otros.
Es imposible olvidar aquella noche de Navidad. Mi madre estaba agonizando en el sanatorio y el padre Jorge Herrera fue a brindarle el alimento espiritual, Jesús Eucaristía. Con esa misma generosidad había sido acompañada durante su cáncer.
Entonces, ¿Cómo no estar dolida? ¿Cómo cerrar algo que dio abundantes frutos buenos y que acompañó a tantas familias? Y finalmente, ¿Cómo cerrar un lugar de oración y de búsqueda de la verdad, en un mundo tan necesitado de la oración y de la verdad?
Que Santa María Madre de Dios nos consuele y de la última palabra.
M. Lourdes Giuffrida de Esteban
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