top of page
Buscar

Liliana T. de Lucero


Mi nombre es Liliana soy de General Alvear, Mendoza, no quería dejar pasar ésta oportunidad de dar mi testimonio en agradecimiento a cada uno de los sacerdotes conocidos y no conocidos formados y ordenados en el Seminario "Santa María Madre de Dios".

A los 9 años nos encontramos con un sacerdote quien le dice a mi madre que ya se había demorado mucho en mandarme al catecismo, así que nos esperaba al sábado siguiente en la parroquia "La Santa Cruz", y así fue. En ése momento comenzó mi diario vivir con Dios. Muchas anécdotas, consejos, alegrías he recibido de cada seminarista, diácono y sacerdotes que han pasado año tras año por la que llamo “MI PARROQUIA", " MI FAMILIA".

Mi niñez la viví muy feliz con cada charlita espiritual, juegos, obras de teatros, canciones que cada sábado algún seminarista me enseñaba. Ellos me mostraban el amor a la Virgencita y a los santos, así aprendí a tener como modelo a Santa María Goretti y a la Beata Laura Vicuña, ¡quería ir al cielo!

Mi adolescencia fue aún mejor, gracias a la formación en valores, comencé a soñar con el gran ideal de "ser santa" y para ello no me faltaban retiros, congresos, diversiones sanas, fogones, campamentos, guitarreadas, siempre guiadas por el sacerdote que llegaba a la parroquia. En éste tiempo conocí y elegí a mis actuales mejores amigas y juntas tomábamos como patrona a Santa Juana de Arco.

En mi juventud y adultez ya con dirección espiritual, retiros ignacianos, rosario diario, frecuencia en los sacramentos, adoración eucarística, pude ir discerniendo bajo la protección de San José, mi vocación: el matrimonio.

Hoy junto a mi esposo elegimos como padrino de bodas a uno de ellos que nos ha sido de gran guía rezando, dándonos algún tirón de oreja, aconsejándonos, mostrándonos ejemplo de prudencia, de humildad y sobre todo porque vemos en él a "otro Cristo".

También queremos agradecer a cada sacerdote que Dios nos ha permitido conocer porque de ellos hemos recibido cada absolución, cada misa, cada ejemplo de amor mariano, de amor a la Eucaristía, la enseñanza del catecismo, de las Sagradas Escrituras y ¡un sin fin de gracias!

Y por último quisiera mencionar que impulsada por mi párroco en el año 2015, tuve la gracia de participar en el primer grupo de laicos que viajó a misionar a Cuba. ¡Allí observé la necesidad de ellos en otros lugares! ¡Y supe qué enorme regalo teníamos de tenerlos! Por eso hoy pido ¡NO NOS CIERREN EL SEMINARIO, NO NOS DEJEN SIN LOS BUENOS SACERDOTES DE DIOS!

¡Muchas Gracias! Liliana T. de Lucero

0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Comments


bottom of page