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Una vida iluminada y conducida por curitas diocesanos
Somos Leticia García y German Bavaresco y consideramos ésta, una ocasión muy propicia para poner en valor la gran misión de nuestros sacerdotes en la Diócesis en general y en particular en cada una de nuestras vidas.
Ya desde muy jóvenes y al tener la gracia de vivir siempre próximos a ámbitos parroquiales, diversos sacerdotes supieron guiarnos en el camino de la fe, y hasta permitir conocernos para así encontrar en el matrimonio, un camino hacia Dios. Sacerdotes como el Padre Fernando Martínez, Oscar Marchessi, por sólo mencionar algunos, grandes pastores que con sus consejos, sabiduría, y compañía nos fueron alimentando y profundizando en las verdades de Fe.
Encontramos, a su reparo, todas las respuestas que Dios ha ido suscitándonos para que podamos crecer, para que podamos madurar en la fe y crezcamos en amor a él. Ellos han estado presentes en cada episodio de nuestras vidas, siendo verdaderos enviados de Dios, trayéndonos el consuelo, la palabra justa en cada oportunidad, y estando por sobre todo con un mensaje, que a la luz del evangelio, iluminaba cada circunstancia.
Sobrevinieron las cruces, las adversidades, momentos de mucha aridez, como comúnmente llamamos, y las pudimos superar gracias a su presencia amorosa. Como matrimonio estuvimos muchos años a prueba, enfrentando la esperada y ansiada paternidad, la cual no llegaba en los tiempos ni de la forma que idealmente se presenta en la mayoría de las familias.
Fue entonces que era muy importante escuchar, de labios de ellos, sus sucesores, lo que Dios pretendía para nosotros, qué debíamos hacer, para siempre descubrir y cumplir su voluntad. Y fue así que con esta premisa nos mantuvimos siempre atentos para ir discerniendo las señales que Dios, por supuesto, nos hace llegar.
Nuestro querido Padre Alejandro Giner, un gran pastor que Dios nos ha regalado y que ha estado presente casi por quince años guiando nuestros pasos, un día dijo, en relación a esta incógnita tan fuerte que teníamos: “A veces Dios prenda un don, gracia o regalo a la espera de una ofrenda o entrega del alma.” Fue a partir de allí que emprendimos un camino para encontrar, qué podríamos hacer u ofrecer que sea agradable a Dios. Todo condujo y concluyó en poder formar parte, ese mismo año, del grupo misionero que pisara tierras Cubanas para llevar el mensaje de la Buena Noticia.
Así fue que luego de tener la gracia de ser parte de esta gran misión Diocesana, Dios nos sorprendió con una gran novedad, a quince días de regresar, recibíamos la noticia que un niño aguardaba ser adoptado y que nosotros éramos los primeros en la lista y elegidos para ser sus padres. Tuvimos la certeza que esto era obra de Dios cuando averiguamos que el nombre de nuestro niño- Mateo- significaba “Regalo de Dios” y más aún cuando nos enteramos que había nacido el mismo día que visitaramos el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe y le implorábamos a la Virgen por esta tan anhelada gracia. Y es que como escuchamos de labios de nuestra amiga Silvia Gómez, Laica Consagrada: “Dios nunca se deja ganar en generosidad”.
Creemos que no alcanzan las palabras para expresar nuestro agradecimiento, para cada uno de los muchos sacerdotes y seminaristas, frutos de ese Gran Seminario “Santa María Madre de Dios” y que no es posible enumerar aqui, con los que hemos tenido la gran oportunidad de realizar retiros, campamentos, misiones, programas radiales, encuentros eucarísticos, grupos parroquiales y demás actividades pastores, que han aportado abundantes frutos a nuestro peregrinar en el camino de la fe.
Hoy no podemos menos que elevar una oración y súplica a nuestro Padre por ellos, para que siga llamando a muchos jóvenes, que puedan continuar con su misión, que no abandone la obra de sus manos. A él y a nuestra Madre, custodie cada vocación a la que llama a la vida consagrada, de la forma que sea; religiosas, seminaristas, sacerdotes, obispos y a Nuestro Santo Padre el Papa, y le permita alcanzar la Santidad, que es lo que todos, los que formamos este Cuerpo Místico de Cristo, anhelamos…
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