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"El sacerdocio es el amor del corazón de Jesús" San Juan María Vianney.
Mi nombre es Leiza Oviedo tengo 19 años, soy de Real del Padre y pertenezco a la parroquia San Francisco de Asís. He tenido la gracia tan grande desde mi niñez contar con los consejos y guías de los sacerdotes, me han guiado desde niña, me han enseñado a amar a Dios y a Nuestra Madre del Cielo con todo el corazón, ofreciendo cada pequeña acción que en mi día haga. Durante mi adolescencia he estado en grupos parroquiales, también en la catequesis, colaborar con ellos y siempre podía ver en sus miradas el amor que Dios nos tenía a pesar de nuestras miserias, compartir tantos campamentos, tantas misiones en mi pueblo y muchas cosas más. Desde que yo comencé la catequesis a los 8 años comenzó mi conversión, luego comenzamos a asistir a la Santa Misa junto con mi familia, no éramos practicantes anteriormente pero así son los tiempos de Dios, Él nunca nos abandona y nos envía presencias tan especiales como la de los sacerdotes. Nunca pensé que en mi vida iba tener la gracia de poder recibir un sacerdote en mi hogar y que nos dieran sus bellos consejos o palabras de aliento y siempre con esa alegría que del cielo venía, que me guiarían en mi vocación, que siempre estuvieron presentes en nuestras vidas en los momentos de tristezas y alegrías, pues me he podido sentir como hija para ellos porque es como que mi vida además de la crianza de mis padres también dependió en gran parte de los sacerdotes presentes en mi vida. Tanto bien que han hecho con sus pequeñas y grandes obras. También luego de las gracias que ya habíamos recibido con mi familia que también mis padres al poco tiempo de nuestra conversión hicieron el cursillo, yo muchos retiros en los cuales ellos también estaban ahí. Cuando hice mi colegio secundario Católico, en mi facultad actualmente que algunos de mis profesores son sacerdotes, en cada viaje, misión y para más que luego mi hermano ahora con 12 años, desde los 8 o 9 años comenzó a decirnos que él quería ser sacerdote y no lo tomábamos muy enserio porque los niños a veces tienen sus ocurrencias, pero al pasar del tiempo el comenzó a hablar con los seminaristas de nuestro seminario "San María Madre de Dios“ que cada año enviaban a hacer su apostolado, con los sacerdotes de nuestra parroquia y también porque tuvo la oportunidad de conocer este bello seminario del que el venia tan feliz y que decía que quedarse. El año pasado hablaron los sacerdotes encargados del seminario menor con nosotros ya que mi hermano iba a ingresar este año, tuvo la oportunidad de ir una vez este año, justo antes de la pandemia y de todo esto que está sucediendo y cuando nos enteramos lo del seminario nos entristecimos mucho, pero sabemos que Dios nunca nos va a desamparar y que por alguna razón permite cada hecho de nuestra vida, para fortalecernos y confiar todo en su voluntad. Es por eso que en el rosario de cada día pedimos por nuestro seminario, nuestros sacerdotes y seminaristas, para que se mantengan firmes en ésta batalla. Dios y María nos den la gracia de perseverar en la fe cada día. Siempre decía:" qué lindo sería tener un sacerdote en mi familia, pues ya cada uno de ellos son parte de mi familia”, gracias: A mi actual párroco Pbro. Nicolás Ortiz, Pbro. Eduardo, Pbro. Ariel, Pbro. Fabián Pezo, Pbro. Marcos, Pbro. Ignacio Elías, Pbro. José Andújar, Pbro. Sebastián Ovejero, Pbro. Guillermo Lemos, Pbro. Elio, Pbro. Guido, Pbro. Esteban Navarro y seguro tantos que me faltaron por nombrar, pero siempre todos en mis oraciones están. Gracias a todos por enseñarnos a amar y defender la Eucaristía.
Gracias Seminario Diocesano por tantos frutos que nos ha dado.
Leiza Oviedo
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