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Laura Güizzo



Quería manifestar mi gran dolor al enterarme del cierre del seminario.


En mi juventud por gracia de Dios tuve la dicha de conocer a sacerdotes que encendieron la llama de la fe que estaba dormida en mi alma. Y aún hoy en mi adultez son guía y baluarte en mi vida espiritual, esos sacerdotes llenos de un gran celo apostólico, siempre rodeados de una sana alegría, prudencia, obediencia y un profundo respeto por el magisterio de nuestra Santa Madre Iglesia, sus palabras y gestos siempre en concordancia con los Evangelios, con un gran amor a Nuestra Santísima Virgen. Fueron canal de tantas y tan innumerables las gracias recibidas en: los retiros ignacianos, las confesiones, las misiones, las charlas, las disputacios, los fogones y peñas, la tan fina y precisa dirección espiritual, la lucha provida, las cartas, los consejos y tanto más. Ni hablar de las homilías y libros. El haber podido participar en tantas celebraciones litúrgicas, entre ellas mi boda, bautismos y comuniones de mis hijos, unción de los enfermos para mis seres queridos (que ya han partido).


Mi alma se hubiese perdido si estos sacerdotes no hubiesen sido parte de mi vida y hoy no tendría la hermosa familia católica que tengo. Ellos han sido un instrumento maravilloso en la vida sobrenatural para mí y tantos de mis amigos.


No me puedo imaginar un futuro sin el Seminario “Santa María, Madre de Dios” ese lugar es semillero de tantos curas santos!


DI. Laura Güizzo


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