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Respondiendo a una invitación para testimoniar sobre la labor de algunos sacerdotes argentinos formados en el Seminario Santa María Madre de Dios que han prestado sus servicios en Cuba deseo compartir algunas ideas. No mencionaré nombres en particular, todos estarán de alguna manera aquí.
Aprecio que, independientemente de sus carismas personales, coinciden en el celo apostólico, la adoración a Jesús Sacramentado y una profunda devoción mariana. He experimentado la reanimación de la comunidad parroquial, la emoción de sentirme en una verdadera celebración eucarística y no en un funeral; de reconocer, acompañar y sentirme acompañado por la presencia de Jesús en este Sacramento.
Han enriquecido mi espiritualidad con la práctica sistemática del rezo del Santísimo Rosario de la Virgen, la Consagración a Jesús por medio de María y a María por medio de su Santo Escapulario del Carmen, la celebración del primer sábado de cinco meses consecutivos al Inmaculado Corazón de María, de cada día 8 de mes a la Virgen de la Caridad y del 8 de septiembre en su fiesta patronal en la cual hemos celebrado la Santa Misa y recorrido en procesión las calles de la ciudad.
Puedo atestiguar la dedicación de estos sacerdotes al levantar los altares de la Virgen y componerle una canción y de traer en su corazón la advocación argentina de la Virgen de Luján, recordarla el 8 de mayo y promoverla entre nosotros.
No olvidaré el apoyo a la Catequesis de niños, adolescentes y jóvenes, las homilías de la misa adelantada del domingo dedicadas especialmente a ellos con referencias a los tres niños videntes de Fátima y otros niños santos, los logros del coro infantojuvenil y del Movimiento de Oración Grupal "Rosario de Niños".
He sentido el apoyo a los laicos en su afán de vivir de forma más activa su fe apoyando los apostolados de la Divina Misericordia, la Legión de María, la recién fundada Orden de Los Guardianes de la Virgen, así como los proyectos de repasos escolares y los talleres de creación.
Al recibir el sacramento de la Reconciliación me he sentido escuchado, perdonado, acogido, alentado y luego siempre acompañado. Los he visto responder de inmediato ante el llamado para visitar un enfermo, llevarle el Viático a algún moribundo, rezar por los difuntos y acompañar a sus familiares durante el funeral.
He presenciado las actitudes de la gente sencilla del pueblo en las calles al verlos vestir siempre de sotana, invitarlos a entrar en las casas a donde le llaman o simplemente persignarse al verlos, imágenes estas a las que ya estábamos desacostumbrados y extrañábamos.
Siempre ante nuestra admiración por su disciplina respondieron que es resultado del rigor de la preparación recibida. Hago, entonces mis mayores oraciones para que sigamos teniendo muchas vocaciones al sacerdocio y que sigan teniendo una buena preparación para servir cada vez mejor.
Al despedir a uno de ellos, mientras estrechó mi mano dijo esta palabra: "Perseverancia" . No la he olvidado, trato de ponerla en práctica. Hoy la digo para él y los demás. Perseverancia.
Geovanis Rojas Díaz.
Parroquia Nuestra Señora de la Caridad. Sancti Spíritus. República de Cuba.
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