Mi nombre es Gabriela Blas, tengo 39 años, soy Profesora y Licenciada en Historia. Estoy casada con Martín hace cinco años. Crecí en una familia católica, por Gracia de Dios. Mis padres colaboraron activamente en la fundación del Seminario Santa María Madre de Dios y en otras muchas obras dentro de la Iglesia Diocesana.
Quisiera compartir con ustedes, amigos, una anécdota que me viene mucho al corazón, desde que comenzó todo este doloroso conflicto dentro de la diócesis. Cuando estaba a punto de recibirme, tuvimos una conversación con algunos compañeros y un profesor que había llegado de una populosa ciudad en busca de trabajo. Este profesor había sido formado en la más cruda ideología marxista, y venía dispuesto a inocular sus dogmas en las mentes de sus alumnos. Al preguntarle sobre cómo se sentía en nuestra ciudad, si estaba a gusto aquí, él respondió: “San Rafael es muy lindo en sus paisajes pero hay tres cosas que realmente detesto de los Sanrafaelinos: Su patriotismo, su ferviente catolicismo y su arraigo familiar”. La respuesta de este profesor no nos sorprendió, conociendo la matriz ideológica en la cual estaba formado. En efecto, la Patria, la Religión y la Familia son los tres enemigos declarados del Marxismo y de toda identidad política de izquierda (llámese progresismo, democratismo, comunismo, etc.)
Pienso mucho en esto porque, como sanrafaelina, en ese momento me enorgullecí de que mi profesor hubiese identificado nuestra idiosincrasia con tanta claridad. Somos una gran mayoría de católicos en San Rafael, que hemos sido muy bien formados en la fe y en la piedad, como virtudes destacadas. A ello han contribuido evidentemente nuestras familias, nuestros padres, a quienes tanto debemos… pero también un sinnúmero de sacerdotes formados en el Seminario diocesano, que en sus Misiones, en su intensísima actividad parroquial, en las catequesis, nunca dejaron de transmitir aquellos valores del Evangelio, aquella doctrina, y aquella Fe de la cual es depositaria nuestra Santa Madre Iglesia.
Ante esta patente realidad no tengo más que decir que Gracias! ¡Gracias queridos padres por la fidelidad guardada a la Santa Madre Iglesia! ¡Gracias por estar siempre al servicio, sin importar el día y la hora, para atender las necesidades de los feligreses! ¡Gracias por ser levadura fresca que en pocas décadas hizo de nuestro sur Mendocino un oasis de Fe en un mundo enfermo de secularismo!
Cuando con mi (entonces) novio decidimos casarnos, teníamos grandes oportunidades laborales en otras partes de argentina, (de hecho, él ya tenía muy buen trabajo en Buenos Aires). Pero, pensando en la educación de nuestros hijos, decidimos comenzar nuestra vida familiar en San Rafael. Muchos no nos entendieron ¿por qué irse a vivir a un pueblo donde las oportunidades no son tan buenas? ¡Porque San Rafael está lleno de curas, y muy buenos! Y además de mi familia, sabíamos que podíamos contar con ellos. Pensamos en la calidad de sus servicios, en el amor con que ellos se disponen a celebrar los Sacramentos, en su entrega y dedicación y en su formación excelente.
Ahora tiemblo al pensar que en una o dos décadas San Rafael dejará de ser patriota, ferviente católico y tan familiar como lo es ahora. Me pregunto qué clase de catequesis recibirán nuestros hijos desde el púlpito, el día de mañana, y creo que no podré dejarlos en el atrio de la iglesia con la misma confianza con que mis padres me dejaban a mí.
Gabriela Blas
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