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Carmen Saraví de Lesta


A quien corresponda leer estas líneas:

Con respeto y amor escribo la experiencia propia sobre los sacerdotes y seminaristas de San Rafael. Siendo residente en Mendoza, no es continuo el contacto.

En primer lugar, los retiros ignacianos realizados en Bowen, de mucho fruto para mí y otros ejercitantes, muy edificantes. Después, que uno de los mejores directores espirituales que he tenido, es un sacerdote de esa diócesis. Quien también recibió la confesión general de mi padre enfermo.

En una oportunidad, necesitando y buscando un sacerdote para asistir al abuelo de una alumna mía, el único que se mostró disponible (me refiero fuera del horario del Servicio Sacerdotal Nocturno, que es excelente) fue un sacerdote de San Rafael que estaba de visita. Tal vez su disponibilidad fue por esa causa, pero el hecho es que atendió al inquieto enfermo con tal caridad y delicadeza, que lo dejó en paz a él y a la familia. También pude hacer con ellos un retiro ignaciano de una semana durante la última Semana Santa, ya en pandemia, de modo virtual en mi casa, cuyos frutos perduran en mi memoria y mis oraciones. En cuanto a los seminaristas, conozco a varios de intensa vida interior, y que han sido orantes muy comprometidos en la campaña "40 Días por la Vida", que dirijo en Mendoza. Por supuesto, antes de entrar en el Seminario. Además he seguido la treintena a San José hecha en el mes de mayo con excelentes reflexiones de los seminaristas, la he compartido y guardado, y ahora mismo la estoy repitiendo por una intención particular. Por todo lo expuesto, a pesar de no residir en esa diócesis, me he visto muy beneficiada y bendecida por la acción emanada del Seminario de San Rafael. Dios lo guarde, la Virgen lo cobije y ambos bendigan e iluminen a quienes tienen importantes decisiones que tomar al respecto.

Carmen Saraví de Lesta


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