![](https://static.wixstatic.com/media/ea01e5_654d49f803de4b628d908f91ffd0cea7~mv2.jpg/v1/fill/w_980,h_980,al_c,q_85,usm_0.66_1.00_0.01,enc_avif,quality_auto/ea01e5_654d49f803de4b628d908f91ffd0cea7~mv2.jpg)
Nací en una familia católica, pero no practicante. Desde muy chica conocí junto a mis hermanos la fe, gracias a mi abuela que nos dio las primeras clases de catecismo, muy básicas, pero que calaron muy hondo en mi: el amor a Nuestro Señor Jesucristo, a la Santísima Virgen, la devoción a los santos y también a rezar.
Luego, con el tiempo traté de estar allegada a la Iglesia, pero con altibajos. Hace unos años por la gracia de Dios abracé más la fe y con la dirección de los sacerdotes de la parroquia, mi amor sobre todo a Jesús Sacramentado creció aún más, fueron sus consejos, sus misas celebradas con tanto respeto, detalle y amor que hicieron de ellas un pedacito de cielo.
Hace un año murió mi hijo y en esos momentos tan difíciles necesité aferrarme aún más a la fe. Fueron los sacerdotes P. Nicolás Ortiz y P. Ignacio Elías, quienes nos acompañaron, nos dieron palabras de consuelo y esperanza. Así comprobamos que la cruz cuando es llevada con Cristo y ofrecida por amor a Él, tiene otro sentido. Agradezco profundamente a todos los sacerdotes que han pasado por nuestra parroquia, todos ellos fruto del Seminario Santa María Madre de Dios, con su ejemplo, amor a Cristo y al prójimo, ha marcado nuestras vidas para siempre. Bety Massa de Rosales
コメント