Buenos días, Soy Alicia Galdeano, tengo 28 años, y quisiera compartir mi testimonio. Conocí el Seminario a los 9 años. Me resulta realmente complicado expresar en palabras todo lo que el Seminario significa para mí.
Todo empezó un día en el cual entraron unos seminaristas al aula, en la escuela, hicieron una dinámica o un juego y nos invitaron a la catequesis. Esto llamó mi atención y poco después comencé a asistir allí. Durante la semana esperaba ansiosamente el día sábado, para poder asistir al Seminario que se convirtió en mi segundo hogar. Allá nos esperaban los seminaristas y las “seños”, que habían preparado con gran dedicación sus clases y los juegos para los recreos. También estaba el coro de niños y las hermosas homilías, totalmente adecuadas a nuestra edad. Se organizaba además la competencia del Rosario, por cursos, animándonos a rezar más. Cada año participábamos de un campamento en el cual compartíamos espectaculares aventuras. Así transcurrieron 4 años, en los cuales recibí la Comunión y Confirmación. Luego continué asistiendo al grupo de Perseverancia, en el cual teníamos o dábamos charlas, cocinábamos, cenábamos, jugábamos, no faltaba la guitarra, y por supuesto, las risas y el buen espíritu. Luego de unos 3 años, me recomendaron continuar en otro grupo. Así es como empecé a asistir a la Legión de María, donde, por Gracia de Dios permanecí de modo activo durante 10 años. Realicé diversos apostolados, entre ellos, estuve a cargo de un grupo de niños. Aun así no perdí el contacto con el Seminario, donde asistía a Misa cada vez que podía.
En el Seminario me enseñaron a conocer y amar a Dios, a rezar, recibí los sacramentos, tuve santas amistades y más. Allí se respira un clima cálido, alegre, es un lugar verdaderamente acogedor. Realmente se convirtió en una parte muy importante de mi vida. Por todo esto es que estoy eternamente agradecida al Seminario. Rezo cada día para que se haga la voluntad de Dios y para que Él nos dé la fuerza para afrontarla.
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