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Hace quizá 25 años ya, el Seminario Diocesano realizó su misión anual en los barrios de la parroquia Nuestra Señora del Valle, mi parroquia. Yo era una adolescente que participó activamente de esa semana luminosa para mí por las experiencias vividas. Los seminaristas de ese momento .....grandes y santos sacerdotes hoy.... con su generosidad, con su alegría siempre presente fueron un imán de gracias para todos los laicos de mi parroquia, desde los niños hasta los mayores. Muchas casas, incluso en la mía, recibimos la entronización de Jesús Misericordioso, además de las palabras de cada seminarista que llegaba a ellas, y seguramente un Rosario. Y tuve el privilegio de ser testigo a partir de esta misión de la conversión de al menos dos personas. Entre ellas una gran amiga mía que no conocía a Jesús y que en esos días se le reveló amorosamente. Tan hondo caló en ella el amor de Dios que decidió unirse a Él y hoy es una de las monjas más queridas de su comunidad dedicada a la oración en Mendoza. En mi corazón están los recuerdos más hermosos con nuestro seminario que no sólo es formador de sacerdotes sino es un gran modelador de almas camino al Cielo.
¡Sólo GRACIAS! Adriana Manuel
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